Caminante no hay camino se hace camino al andar
Continuando con la referencia a la no existencia de fórmulas mágicas con la que Luis Becerra acaba su post sobre el Congreso Innovation Growth Lab 2017, me gustaría añadir un par de líneas más en relación a la experimentación.
Y es que, a pesar de como bien dice Luis, no existen fórmulas mágicas que garanticen los resultados esperados de una determinada política pública, la experimentación de las políticas públicas fue otro de los temas que cobró especial relevancia a lo largo de las sesiones plenarias y talleres de trabajo que tuvieron lugar en el evento organizado por Nesta. Cuestión completamente lógica, habida cuenta de la actividad de quienes organizaron el evento, pero que no por ello deja de ser interesante.
En este sentido, se defendió que las políticas públicas deben estar basadas en evidencias (evidence based policy making) y no al revés (policy-based evidences). Para ello, es preciso testar los diseños previos de las políticas a través de experimentos y revisar dichos diseños en función de los resultados obtenidos en los experimentos. Es así como la experimentación se convierte en una manera de acelerar el aprendizaje, explorar lo que a priori no resulta obvio, transformar la incertidumbre en riesgo y de reformular el fallo. Consiste pues, en diseñar políticas públicas siguiendo un proceso circular similar al PDCA basándose en hipótesis contrastables en lugar de concebirlas de forma lineal, es decir, fundadas en asunciones del tipo “si hago esto ocurrirá aquello”. De acuerdo a uno de los ponentes del evento, tan sólo el 20% de las soluciones a un problema son obvias, luego al experimentar con hipótesis en lugar de diseñar políticas basándonos en asunciones, nos ofrece la posibilidad de dar con el otro 80% de las soluciones al mismo problema.
Esto que más de uno puede considerar obvio, sólo lo han puesto en práctica, o cuando menos lo dan a conocer con el nombre de experimentación, en algunos pocos países, entre los que caben destacar Singapur, Finlandia y Canadá. Estos tres países tienen, de hecho, un órgano administrativo que impulsa la experimentación de políticas innovadoras con objeto de buscar esa fórmula mágica que he citado al inicio, cual si fueran el Ministerio de Magia de Hogwarts, con los debidos respetos.
La estrategia de desarrollo de Singapur, país que uno de los ponentes presentaba como un experimento o living lab en sí mismo, se basa en tres pilares: inversión en I+D, 7 estrategias pilotadas por un Committee on the Future Economy y una inversión masiva en re-capacitación orientada a todos sus habitantes, con objeto de hacer mejor lo que ya saben hacer bien, reforzar y escalar las capacidades de las empresas y digitalizar la economía. Con todo, el representante de Singapur, país que más invierte en I+D+i (19 billones de dólares en 2020) en el mundo, no fue del todo claro a la hora de responder a cómo cerraban el ciclo de inversión, es decir, como obtienen los ingresos para invertir tanto.
Finlandia, considerada un caso de éxito, también dispone de un órgano administrativo específico, Finnish Government’s Office of Experimentation. El éxito de sus políticas públicas reside en la combinación de una cultura del emprendimiento que les dota de agilidad y de la innovación o experimentación a la hora de elaborar las correspondientes políticas. Un buen ejemplo de lo anterior es el experimento que han lanzado antes de abordar una mejora de su sistema de protección social, a través del cual están probando a cambiar los baremos de su RGI.
En lo que respecta a Canadá, la experimentación tiene su origen en un mandato directo del Primer Ministro mediante el cual se obliga que cada departamento destine un porcentaje de su presupuesto a ello. Es decir, cada departamento debe reservar un determinado porcentaje para experimentar con nuevos enfoques y medir el impacto de sus programas. De ese modo, la experimentación, la transparencia y la “digitalización administrativa” se han convertido en los tres aspectos que promueve el gobierno de Canadá.
En general, de los casos de experimentación expuestos, destaca la idea de que la experimentación requiere un contexto basado en regulaciones (más) inteligentes y la colaboración entre todos los agentes del ecosistema innovador :Administraciones Públicas, Universidades y sector educativo, empresas, agencias de desarrollo y otros agentes intermedios así como los propios emprendedores y los innovadores.
Y aquí es donde quería llegar. Ya de vuelta de a casa, el Servicio de Innovación del Departamento de Desarrollo Económico y Territorial contaba con un análisis preliminar de los proyectos presentados a la convocatoria Elkarlanean 2017. Como dice el Decreto que lo regula “este programa acoge el desarrollo de proyectos de innovación en colaboración como estrategia de crecimiento así como el análisis de la viabilidad técnica, económica y legal de aquellas oportunidades de negocio identificadas de manera cooperativa entre empresas. En esta estrategia es también crucial contar con la complicidad de todos aquellos agentes intermedios que de unas u otras formas ya están tratando de fomentar este tipo de proyectos”. Es decir, estamos apuntando en la dirección que marcan las tendencias que se mostraron durante el congreso; la colaboración. Sin embargo los resultados no han sido los previstos, luego tendremos que analizar por qué y quizá reformular el programa.
Mientras tanto, a falta de fórmulas mágicas y universales que resuelvan nuestros problemas, al igual que hace un par de semanas lo hice volando a Barcelona, esta tarde acudiré caminando a la Conferencia de Competitividad del País Vasco 2017, donde espero recabar ideas que también nos sean útiles en el marco de la reflexión que estamos llevando a cabo en el Servicio de Innovación para tratar de mejorar nuestros programas.
Al fin y a al cabo, como decía Machado: “caminante no hay camino se hace al andar”.
Unai Castro