Flirteando con la cooperación
Esta mañana he tenido la fortuna de participar en una sesión dinamizada por Manahmana. Con tan sugerente título el éxito estaba garantizado y así ha sido.
En un marco acogedor, como es el Palacio Larragoiti nos hemos reunido 14 personas para hablar sobre la cooperación, perdón para flirtear con la excusa de la cooperación.
Esta iniciativa se enmarca dentro de unos talleres que celebramos hace ya más de un año para tratar de activar nuevas formas de intervención desde la consultoría. Recientemente hemos puesto en marcha un autodenominado “mercado de conocimientos” a través del cual se trata de fomentar, de manera autoorganizada, el intercambio de conocimientos.
De la experiencia de hoy destacaría dos aspectos: Por un lado, la conducción de Bego Maite Jiménez y Aitor Gisasola que ha sido fresca, dinámica, variada, fomentando la participación y la creatividad… Por otro las ganas y la apertura con la que hemos participado todos los asistentes.
Para empezar bien lo hemos hecho jugando. Primero con una dinámica de presentación en la que lo importante era intuir con qué ánimo llegábamos cada uno. Después con una invitación a construir entre todos un espacio que nos acercará a momentos en los que nos sentimos en paz con nosotros mismos y con el mundo: así que bosques, playas, montes, chiringuitos han venido para inspirarnos en el resto de las dinámicas.
En la breve exposición inicial que han hecho Bego Maite y Aitor dos ideas. El co-business es una tendencia que debemos ir interiorizando, y la propuesta de dar un salto cualitativo en nuestra forma de enfocar la realidad para integrar el valor de la cooperación. Incluso ellos nos proponían una fórmula: el 20/20/20. O sea: que el 20% del trabajo de consultoría sea en cooperación con otros consultores, que el 20% de los proyectos incluyan la cooperación interempresarial y que el 20% del tiempo de creación de nuevas ¿metodologías? tengan que ver con el impulso de la cooperación.
El desarrollo de la sesión ha consistido en una serie de preguntas ante las cuales se trataba de reflexionar y aportar posibles respuestas, primero en pequeños grupos y después compartiéndolas con todo el grupo. Las preguntas han sido:
¿Cuáles son, a tu juicio, las principales dificultades que se dan para cooperar en las organizaciones?
¿Cuáles son las claves para construir una definición sobre lo que significa cooperar?
¿Qué capacidades tienes tú para fomentar procesos de colaboración?
Haciendo uso de las anteriores capacidades, ¿cómo organizarías dinámicas para afrontar algunas de las dificultades para colaborar identificadas?
¿Qué me hace falta para cooperar como consultor/a?
Imposible sintetizar lo compartido esta mañana. Aunque puestos a recoger algunos comentarios haría los siguientes:
Esto de la cooperación es una de las grandes asignaturas pendientes, a todos los niveles personal, laboral… incluso diría que como especie. Sobre todo porque percibimos mucha desconfianza, muchos miedos y temores ante lo desconocido, ante la sinceridad de los demás… Y es que nos hemos educado en la importancia de ganar como lo opuesto de perder, de competir como fórmula más adecuada que la de cooperar.
Pero claro no se trata de lanzar una alegre propuesta para que “sin más” ahora, que es lo que toca, nos pongamos a cooperar. Se trata más bien de bucear y mirar que hay debajo de nuestras dificultades para cooperar para afrontarlas, para aceptarlas y para buscar otras formas que complementen las que ya practicamos.
Para ello hace falta sentir, experimentar qué es lo que estamos perdiendo cuando no nos atrevemos a cooperar o qué es lo que podríamos ganar si nos atrevemos a ver en los otros un posible colaborador, al menos en algunos proyectos.
A la última de las preguntas hemos dado variadas respuestas que hemos acabado agrupando en tres familias: fomentar espacios de encuentro para conocernos mejor, pues para cooperar es preciso confiar y para ello hace falta conocerse, identicar posibles proyectos que desborden la capacidad individual y que en cambio puedan ser mejor abordarlos de forma colaborativa y la tercera… EXPERIMENTAR, pasar a la acción, tirarse a la piscina, practicar para dar ejemplo.
Así que en el ardor del momento nos hemos autoconvocado a otra sesión en la que aterrizar estas ideas para tratar de identificar posibles proyectos concretos en los que se puedan desplegar practicas colaborativas.
Al final de la sesión yo he advertido en el brillo de muchos ojos la satisfacción por la mañana de trabajo compartida y disfrutada y la sensación de que el camino que se abre, o se puede abrir, tiene tantas posibilidades que aun ni las vemos, pero ya las deseamos.
PD: El lunes agrego un par de fotos del evento