¿te atreves a transformar tus formas de intervención para facilitar procesos de transformación en las organizaciones? (I)
Este espacio, creado en colaboración entre el Servicio de Innovación de la DFB, el Equipo de Hobest (Alfonso Vázquez, Maite Darceles, Alberto Etxeandia y Patxi Aizpurua) y Emoción+Innovación (Eva Isasi [consultora]), está dirigido a personas consultoras.
¿Cuál la posición más ventajista? ¿Cómo afecta a las organizaciones las nuevas formas de la economía? ¿Qué tipo de consultoría quiero hacer yo? ¿Cuál es el tipo de consultoría conveniente actualmente? ¿Quiero ayudar a propiciar formas de trabajo más realizadoras y creativas?, ¿Puedo hacer esto ayudando a su vez a que mejore la competitividad de la empresa y que se consolide la aportación de valor y, así, la supervivencia de la organización?
Es, creo, clave que cada cuál se sitúe respecto de sí mismo, de su cliente, del futuro de ambos y del futuro de la sociedad. Si la elección se hace en relación directa con las tres últimas preguntas del párrafo anterior, estaremos en una posición que yo llamo creativa.
Para tocar esta dimensión, iniciamos un taller que se articulará en 4 sesiones. En él, queremos abrirnos a una diferente manera de escuchar, aprender y de relacionarnos con las organizaciones para mover a las personas que las componen hacia cambios posibles y basados en el protagonismo de las personas.
Esta es una crónica (una entre otras posibles), de la primera sesión (23/10/2009) que está destinada a las personas que asististeis y al conjunto de los consultores interesados en estas nuevas formas de intervención dentro de las organizaciones.
Borja Lastra nos recibe con una puesta al día del proyecto y de los proyectos del DIPE, para dar entrada a Alberto quien sitúa de inicio las preguntas clave: ¿Cómo conseguimos organizaciones en donde las personas pueden sentirse libres, participativos? Y en ese intento, ¿Cuál es el papel del consultor?; nos invita a un trabajo grupal y a relatar 2 experiencias de éxito y 2 experiencias sin éxito.
Tras un tiempo prudente, las personas relataron sus experiencias. Es mi opinión, pero… ¡qué difícil es definir el éxito!; cuanto más el no éxito. Lo que sí fue un éxito, fue la participación y la aportación de las personas consultoras, a veces tan dispares, que casi se podría abrir un debate sobre la significación de la palabra éxito. Para la mayoría de las personas, el éxito está ligado a:
– Confianza
– Participación
– Implicación de las personas
– Aprendizaje realizado
– Compartir lo profundo
– Romper viejos hábitos
– Que se mantenga con el tiempo
– Divertida
El no éxito:
– Rutina
– Miedo al cambio
– Comodidad
– “Conductismo técnico” (Ainhoa Tx)
Tras la experiencia se abre un debate sobre lo vivido. Un debate muy animado y participativo en el que cada cuál desgrana, cada vez más finamente, sus argumentos (es la fuerza de la comunicación, nos enseña a pensar). Alfonso, resumiendo, comenta que tras lo dicho, él se quedaría con dos términos:
-uno para el éxito => Subjetividad cooperativa
-otro para el fracaso=> La razón instrumental como método de trabajo
Todo este conjunto de relaciones que ocurren entre las organizaciones, las personas, los consultores (además del entorno social y político, tan cambiante, tan incierto y a veces tan explosivo), no es algo que sucede por azar. El empuje hacia un lado o hacia el otro—personas/nopersonas— es algo perfectamente teorizable. Patxi abre el capítulo que da cuenta y explica cómo cada posición tiene su consecuencia. Se abre el debate entre el Trabajo abstracto=>VS=> Trabajo cognitivo. Estar colocado en uno u otro de los lados del versus tiene consecuencias para las personas, para las sociedades, para la creación de la riqueza, para el reparto de la misma, para la consideración individual… para la vida.
Patxi va desarrollando los condicionantes de cada modo. El trabajo abstracto crea un contexto fragmentado en lo que hace a las tareas que ya de suyo exige el control de cada tarea. Requiere, por tanto, un no-sujeto, cuyo coste debe estar ligado a su retribución, ligado a la mercancía y cuyo valor será siempre monetario. El trabajo cognitivo genera una persona en la que su pensamiento-deseo-acción corren al unísono en un contexto de comunicación, cooperación y aprendizaje. Es en este contexto donde los equipos se hacen posibles, donde lo exterior no es amenazante y la visión se hace global.
Alfonso abre un ámbito de comunicación. Señala que el malestar que se observa en las organizaciones, es un efecto del trabajo abstracto. Son los malestares que se observan en las organizaciones los que nos van a dar las claves de nuestra intervención. A tal punto, que las economías de estas sociedades que no sean capaces de transformar sus propios esquemas, no podrán mantener estas economías: “La competitividad de una empresa va a depender cada vez más del conocimiento de sus personas y menos de su capacidad en cuanto a la calidad, a su logística,… (Sic).”
Estas intervenciones volvieron a un animado debate en cuanto a la posición de cada consultor-a respecto de los fenómenos que se observan, ahora agudizados, por esta crisis. Resultó curioso observar (lógico por otra parte) cómo cada consultor se sentía emplazado a dar/buscar/encontrar respuestas desde su propia posición personal.
En conjunto, resultó una sesión muy rica y muy intensa que promete (si hay valentía suficiente) otras tres sesiones de mucho interés y gran aprendizaje.